EL NUEVO SUEÑO AMERICANO
EL NUEVO SUEÑO AMERICANO
Los domingos por la tarde se pueden escuchar todas las lenguas del planeta en el tren rumbo a la playa. La torre de Babel se fue de bruces desde los días de la biblia
Melbourne es la capital del estado de Victoria en un país llamado Australia. Australia se encuentra ubicada en Oceanía. Oceanía es el continente más seco del mundo y Australia es el país más lejano de todos los países cuando se pertenece al rincón del planeta de donde vengo yo.
El país de los nuevos sueños Americanos se llama Australia. Mi nombre es el de cualquiera cuyo hogar sea ningún lugar fuera de casa. En otra vida vestí ropas de oficina pero ahora vivo en la mejor ciudad del mundo para vivir. Lo dice el semanario inglés The economist y yo le creo. Yo le creo a The economist a pesar de que Inglaterra se encuentra en otro continente y yo estoy acá. El nuevo sueño americano mudó de tierra y su nombre es Australia.
Los sueños mudan de corazón así como de dueño. Mi sueño es el de alguien que busca mejores oportunidades para sí y para los suyos. Una idea tan antigua como la prostitución y Dios. La prosperidad fuera de casa en donde países con menos recursos que el mío distribuyeron las riquezas de manera equitativa entre su gente. Yo no soy esa gente porque Australia no es mi tierra. En un lugar cuyo hogar no es el tuyo debes hacer lo que sea para sobrevivir.
Incluso en los mejores lugares para vivir pasan cosas malas. Aquellos que tienen dinero quieren más dinero a pesar de tener mucho dinero. 7-Eleven es el nombre de la cadena internacional de mercados fundada en USA. En el mejor lugar del mundo para vivir te encuentras estas tiendas en todas partes. Los estudiantes internacionales trabajan los turnos de la noche porque la cuota estudiantil es abismal y esta ciudad es muy cara. 7-Eleven lo sabe y por ello paga salarios por debajo del mínimo exigido por la ley. Turnos de 16 horas sin descanso, amenazas de despido o aviso a la oficina de inmigración cuando alguien levanta la voz para exigir mejores condiciones laborales (la ley permite e los estudiantes internacionales un máximo de 20 horas semanales para trabajar, siendo causal de deportación el exceso de las mismas). No todo lo que brilla es oro a pesar de que 7-Eleven tiene mucho oro. “Si quieres hacer omelettes debes romper algunos huevos”, dicen en USA refiriéndose al sacrificio de algunos por el beneficio de quienes ya tienen mucho. El omelette souflée sabe muy bien con miel maple. 7-Eleven la vende pero es muy cara. ALDIS no abre toda la noche pero la miel maple cuesta la mitad y sabe a la clase de miel maple que consigues en un supermercado a la media noche.
Vivo en una casa sucia y miserable a la que llamo hogar porque me acostumbré a ella como se hace con un dolor inexplicable y persistente que no te mata pero tampoco te deja dormir durante las interminables noches de verano. Las amistades son furtivas pero sinceras. No hay soledad más brutal que la del inmigrante. Los amigos pasan a ser tu familia y el amor el bien más preciado. Compartir una habitación con cinco extraños dificulta la evolución de cualquier romance. Tener sexo es una empresa tan difícil como explicar el concepto de humanidad a cierto millonario dueño de una conocida cadena de mercados Norteamericana o en su defecto, a los managers de algunas de sus tiendas en el nuevo país de los sueños llamado Australia.
Apartamentos de 50 metros cuadrados habitados por siete personas. Dos cuartos (cuatro personas en una y tres en la otra), cocina en la sala y la sala en la cocina con el baño a tres metros de la cocina/sala. Arrendar un apartamento de 50 metros cuadrados a siete estudiantes extranjeros es tan provechoso como ser dueño de una millonaria cadena de mercados y pagar salarios de menos del mínimo exigido por la ley al mismo pobre diablo que adeuda $175 dólares semanales por compartir un espacio de cincuenta metros cuadrados con seis personas más.
Nada nos une tanto como el temor a la pobreza. Un estómago vacío te convierte en devoto del Dios dinero. No hay infierno más real que el hambre ni mercado más próspero para el comerciante que la necesidad. Aquel mesero en el restaurante asiático que apenas balbucea su nombre en una lengua que no es la suya, es uno de los tantos fantasmas anónimos dispuestos a trabajar por menos de $10 dólares la hora (el salario mínimo oficial en Australia significa un pago por encima de los $16,37 dólares la hora). La ignorancia de la ley es el peor enemigo del trabajador extranjero y materia prima del latifundista local.
La industria gastronómica es el primer paso que da el inmigrante en cuanto pisa territorio extranjero. Yo fui uno de tantos que trabajó por la mitad del salario mínimo australiano en un restaurante ubicado en la zona elegante de las playas de Melbourne en St Kilda. Ganaba $10 dólares la hora de viernes a domingo, ocho horas por turno, de 4 pm hasta la media noche. Tenía derecho a un descanso de cinco minutos después de cuatro horas de pie. Antes de terminar mi turno, el manager me convidaba una cerveza pero ni mención hacía de la cena. Después de ocho horas tallando ollas y sartenes, alucinaba con la comida que preparaban frente a mi nariz. En aquellos días pagar $30 dólares por un filé mignon era absurdo. La única manera de comer en un restaurante de cinco estrellas era lavando los platos sucios bajo una temperatura de cuarenta grados en la cocina. Entonces me imaginaba trabajando a la media noche en algún 7-Eleven y sabía que podía ser peor. “No es tan malo”, me decía para darme ánimos mientras emprendía el camino a casa. Una hamburguesa de siete dólares cura la peor de las hambres. “Podría ser peor -seguía diciéndome sin dejar de pensar en mi manager y algún 7-Eleven a la media noche en la ciudad-, siempre puede haber algo peor que esto”.
Los domingos por la tarde se pueden escuchar todas las lenguas del planeta en el tren rumbo a la playa. La torre de Babel se fue de bruces desde los días de la biblia pero recorre en posición vertical la capital del estado de Victoria sobre la vieja carrilera por todo lo ancho y largo del rio Yarra. ¿Qué sería de la mejor ciudad para vivir del mundo sin los chinos atendiendo mesas, los Indios limpiando baños en la prestigiosa universidad de Monash, los Colombianos recogiendo basura en el estadio MCG después de los partidos de footy y los españoles quejándose con un trapero en la mano acerca de la Working Holiday Visa que nunca les llega?
Pero no todo es sacrificio y padecimiento en la nueva tierra del sueño Americano que es Australia. Si sabes buscar y corres con un poco de suerte, encontrarás gente honesta que te ayudará a llegar adonde quiera que vayas. Cuando tu jefe no es un globo henchido de azufre y ambición, el cielo es el límite. Cierta amiga ahorró cien mil dólares trabajando casi cada día durante dos años en Brisbane. Su novio le robó hasta el último centavo al regresar a Colombia pero ello no tiene qué ver con lo uno o lo otro. En mi tierra pasan ese tipo de cosas todo el tiempo y no hay nada que ni tú ni yo podamos hacer al respecto, sólo seguir batallando en contra de las circunstancias y buscar mejores oportunidades para ti y para los tuyos en donde sea que te sonría la fortuna.
La fortuna de unos es la mala suerte de otros. Yo he tenido un poco de ambas como cualquier otro que se haya atrevido a salir al mundo a batallar por lo que quiere. ¿Qué es lo que quiero yo, qué es lo que quieres tú? Es algo que cada uno debe averiguar por sí mismo. Perseguir el nuevo sueño Americano tal vez no sea lo que buscabas en un principio pero es tan buen excusa como cualquier otra para hacer algo diferente a conformarte con la suerte que te tocó. Roma no se construyó en un día así como tampoco el mito del primer sueño Americano que es un poco parecido al segundo sólo que más lejos de casa, al otro extremo de un lugar llamado hogar, lejos, lejos de aquella persona confundida y atemorizada que fuiste tú mismo algún día.
Me encanto… Es mejor lanzarse aunque lo q se encuentre sea contrario a lo q se busca. En el fondo, cada uno sabe que toma y que no para continuar con su camino. Un abrazote
Me encanta la descripción.
O bom é que espanhol se parece com português e por causa disso e porque amo o que você escreve, esse artigo poderia ser sem fim e eu continuaria lendo. Estou aqui também na melhor cidade do mundo pra se viver e posso dizer que você não poderia ter relatado melhor. Obrigada pelo texto e por você.
Bueno
O bom é que português se parece com espanhol e amo tudo o que você escreve, então poderia ser um artigo sem fim e eu continuaria lendo porque eu reconheço esse lugar que você descreve, o lugar onde eu vivo e o que eu e talvez um monte de sul-americano ou asiático sente ou passa morando na «The most liveable city in the world». Obrigada por cada palavra que me trazerá lembranças e pelo amor de todo dia.
Ya es hora de madurar en lo que escribe. Cree un estilo propio y evite los plagios.
Buena redacción julian